Este 2009 prometió muchas cosas, tal vez por tratarse del fin de una década.
Uno de sus detalles más finos, fue el tercer álbum de los franco-canadienses, posiblemente: el definitivo.
Labyrinthes: posee una dinámica seductora, instrumentalmente luminosa, a veces con psicodelia guitarrera y el refrescante impacto de escuchar un idioma distinto al Ingles.
Ursuline es la parte tempestuosa de estas 10 canciones, seguida de las teatrales e impredecibles Porté disparu y Luna; cuando parece que nos estamos acomodando en un palco, el inicio de Casa blanca trastorna lo anterior con candidez, aunque, enfilándose hacia unas impulsadas guitarras que hacen preludio a lo viene siendo la mejor parte del plato: 333.
Les Collemboles lejos de pretender cambiar lo dejado por su predecesora, alarga la sensación confortable un poco más y termina con un desvanecimiento de percusiones (Heresie). Dragon de glace rememora el estilo primitivo de Malajube: sintetizadores intercalados con guitarra acústica.
Le Tout-puissant con una engañosa apariencia britpopera y de excelentes riffs.
Cristobald la épica y fantástica nos resuelve que se ha percibido: la mejor obra hasta la fecha de los Malajubos.
Sería una irresponsabilidad mía, imponer que se trata de uno de los mejores trabajos de la década, sin embargo…
Es de lo más sobresaliente del 2009.
Es el mejor de la colección de esta banda.
Es una propuesta geográficamente alternativa.
¿Son suficientes motivos?
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