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31 marzo 2009

The Dears – No Cities Left – 2003 (Disco 200)




Después de pensar, pensar y repensar de entre tantos candidatos, marcar un álbum digno de la reseña 200; simplemente tenía que tomar un mejor disco de la discografía de uno de mis favoritos, al final me di cuenta que de todos sus LP’s mencionados, me faltaba el máximo fruto de The Dears.


La primera pieza We can have it tiene un tono esperanzador, liviano; sin embargo, con una letra llena de incertidumbre y desaliento; acompañada de la fantástica voz de Murray Lightburn, esa guitarra luminosa, provocando un ambiente pacifico, que al extinguirse, se aparta del escucha con la sensación de vacío:

Someone somewhere says they’ve got it all
But that’s not even what we want

Not even close
Not even close
 

It won’t ever be what we want
It won’t ever be what we want
It won’t ever be what we want
It won’t ever be what we want ...


Who are you? Defenders of the universe aporta otro fascinante acorde guitarrero, mantiene a la melodía fluyendo de forma constante hasta el dramatismo que imprime la frase


'Cos I can't help you, and you can't help me.

Lost in the plot posiblemente una de las cúspides en la interpretación de Lightburn, entonando la nebulosa reciprocidad del amor con el dolor. 

The second part tiene el comienzo más desconsolado:
I was short of breath,
As I passed the doorman for a second time.
And it rained all day.
I don't have a raincoat of my own.
I then arrived.
Ten minutes early with no smokes.
And I was broke.
Without a smoke.
 
Aun cuando nos sentimos destrozados por ese organito, ese saxofón y el piano: Murray emerge con:

All of the time.
I thought I was crazy cause you told me so...


Combinada con la delirante guitarra de Krief, provoca una estampida de sensaciones que se desvanecen con el último verso:
Two days have passed.

And all I want is gone for good this time.


A pesar de la línea, a la que nos han expuesto los de Montreal, con Don’t lose the faith se arriesgan a pedirnos escuchar una melodía sobrada de optimismo; eso sí, con una sublime guitarra eléctrica.



Expect the worst/Cos she’s a tourist aparece una tétrica introducción de cuerdas, que se convierte en una oscura sinfonía épica, que concluye en minuto y medio, para dar paso a un mantra de estoicismo.


Después de comenzar con una ruidosa histeria, aparece el bajo de Pinned together, falling apart un pequeño vals que armoniza con la paranoia de perder lo más valioso.


Never destroy us desafiante desde el principio, en cierto tono cordial, lo que converge en una guitarra confusa; pero poderosa, que traslada hasta un final destemplado (genial).


Entonces brota la refulgente Warm and sunny days que reconforta un poco, con palpitaciones radiantes y la súplica persistente de Lightburn:

 
Stay, There's nowhere left to run.


Así es como llegamos a la canción que precisó el culto a los Dears 22 The Death of all the romance, una de las mejores composiciones; sobre todo por la combinación Yanchak – Lightburn, declamando con aflicción; acerca de la frivolidad de la compasión y el miedo a la soledad.

 
Detrás de 22, se forma una extraña melodía turbia, Postcard from purgatory de manera difusa nos pone sobre aviso a lo que será la consumación del disco.


El desenlace que titula esta colección No cities left en cierto modo contiene el efecto esencial que plantearon los temas anteriores:


Let's just keep fighting

the end of the world
We will hold hands and
We will make plans
For Life


La idea es esa: luchar contra la desesperanza aun sabiendo que será una vida ardua, difícil de recorrer; tal vez, desde un escenario apocalíptico; y que al final no resultará como esperábamos…



It won’t ever be what we want ...

3 comentarios:

  1. hola

    no hay otra mejor reseña que haya visto en otro lado, espero los hayas visto en vivo. en lo personal es una banda que hace sacar una lagrima llena de sentimientos

    buen post saludos

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  2. Hola

    Me parece muy puntual la reseña que has escrito sobre el disco. Conocí a The dears con el disco anterior que pusiste de ellos, el cual me gustó mucho porque realmente me relajaba y la melodía era propicia para acoger reflexiones. Este disco no es la exepción; independientemente de la letra, me relaja muchísimo y me permite flotar en la cotidianidad de manera apacible y con un efecto estabilizador.
    Cómo me gusta The dears.

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